Se siente el olor a tierra mojada…
Está impregnado en las rachas de aire
y en el asedado satín de la almohada.
El reflejo verde que viste a los bosques,
el camino rocoso que da a la montaña
…ya no se divisan,
todo lo ha cubierto la niebla y la brisa.
No hay similitud entre mar y tierra,
tampoco la hay entre mar y aire;
es la adivinanza en el rostro cálido de un ángel guardián
que vive en la hueste de los querubines;
es la tímida garúa o una gota de agua
que se escurre lento sobre las hojas marchitas;
o el néctar dulce que suave resbala de las amapolas
ahogando los besos que arrojan las olas.
Delicada larva dentro de un capullo
que a la postre será una mariposa…
Ella, sus alas de arcoíris mostrará airosa,
cuando vuele libre entre las primorosas…
Y se hará real entre todas las cosas,
…-sonriendo la musa, le cuenta a la rosa-.
Se pierde la fuerza y también el poder.
Se apagan estrellas al amanecer.
Las flores saludan al atardecer,
porque no hay diamantes que cubran el cielo al anochecer.
Los montes reverdecen con las gotas de rocío.
Las abejas alistan la miel en la colmena,
su dulce sabor le impregna la piel,
borrando de un tajo dolor, llanto y hiel.
El amarillo de los pajonales viste de gala al bello paisaje,
pues la sacarina de los colmenares,
huele a la fruta que hay en los manglares.
Sufre el corazón cuando el alma llora.
La gaviota ríe, el sol la transforma.
Ninfas y Elfos parecen dormidos,
tras del follaje donde los laureles yacen florecidos.
Ahora sonrío a las amapolas,
…-le cuenta la musa, sonriendo a la rosa-;
Se ha abierto el cielo soltando una luz,
sus rayos afloran con tal plenitud
que un trueno le habla a la multitud.
Apacible brisa en campo florecido.
Ninfas y Elfos desaparecidos,
este es la leyenda del Hada madrina
con la que la musa se ha distraído.
Y se fundieron en abrazos la arena y el mar.
La brisa al caer le hizo despertar,
pues sólo quería le dejasen soñar,
con reyes, princesas y casas de cristal.
Y este es el cuento que la musa airosa,
le contó en etapas a la bella rosa.