De todos es sabido que cuando plantas guisantes no puedes esperar recoger melones. En la vida real es igual , lo que plantemos recogeremos.
Mucha gente va por la vida haciendo lo que le place sea bueno o malo y no sabe que por el efecto boomerang , de ahí el título del capítulo de hoy, irá recibiendo poco a poco la cosecha de sus acciones.
Son muchos los que dicen "yo he visto gente hacer el mal y no ha recibido castigo". La respuesta siempre es la misma"espera" , tarde o temprano la maldad tendrá su castigo, aunque a veces sea más tarde que temprano, llegará.
Por el contrario, las personas que hacen el bien también tendrán tarde o temprano su recompensa.
Hay que tener claro que es aquí en esta vida donde recibiremos el castigo o la recompensa de nuestras acciones. Así que para seguir con nuestro camino hacia la felicidad hemos de hacer el bien tanto como podamos, de esa manera el efecto boomerang traerá a tu vida lo bueno que tu has dado.
En física se dice que la fuerza de la
inercia siempre se opone al cambio. Podemos hacer la prueba lanzando una piedra
al agua, será difícil que cambie el sentido en el que la hemos tirado. Eso
mismo ocurre con nuestras acciones y pensamientos, en todos los aspectos de la
vida. Lo que hacemos y cómo lo hacemos, vuelve como un boomerang hasta nosotros
de la misma forma en que lo hemos hecho, sin cambios, y además deja huella,
inevitablemente. Algunas más profundas que otras, pero lo que hacemos siempre
le influye a alguien (incluidos nosotros mismos) y nuestras acciones llegan más
lejos de lo que sospechamos.
Por ello, al contrario que la piedra que no tiene voluntad
propia, las personas hemos de esforzarnos en vencer el miedo y la desconfianza
ante la incertidumbre de lo que no conocemos y cambiar la forma en que actuamos
y pensamos. Pero para vencer la inseguridad, necesitamos esforzarnos desde
dentro para que nuestra actitud se refleje también hacia fuera. Predicar con el
ejemplo es sin duda la mejor manera de decirle a los demás, cómo somos y cómo
creemos que debemos hacer las cosas. Son solo algunos, los que suelen
anticiparse a los cambios, señalando los caminos que después seguirá la
mayoría, pero ¿no sería maravilloso anticiparse al mundo, innovando con nuestra
actitud positiva y abierta?
Sí, pero para hacer bien esto, hay que ser responsables y no
confundir responsabilidad con culpabilidad, pues son muy distintas.
Responsabilizarse de lo que uno hace no tiene una connotación negativa sino
todo lo contrario, implica madurez y libertad. Cuando comprendemos que somos
libres de tomar la actitud que queremos en la vida, responsabilizarnos de
nuestras acciones nos resulta fácil y natural. Si al principio parece incómodo,
el truco está en darnos tiempo. No tenemos por qué responder ni actuar en el
mismo momento en que ocurren las cosas. Somos libres de tomarnos el tiempo
necesario hasta asegurarnos de tener la actitud deseada. Esta es la gran
diferencia entre actuar y reaccionar. Después, es necesario aceptar las consecuencias
con optimismo, sabiendo que son estas y no otras, el resultado de nuestra
acción. Es la ley de causa y efecto. "Quien siembra, recoge."
-Actuar con coherencia, dando ejemplo ante nuestras propias
exigencias con los demás, es el primer paso para lograr que se nos trate como
deseamos.
-No podemos pedir respeto, si no respetamos a los otros, ni a
nosotros mismos en primer lugar.
-De nada sirve desear no ser juzgados ni criticados, si en
nuestras conversaciones aparece siempre la crítica o el juicio hacia el
comportamiento ajeno.
-Es inútil aconsejar si ni siquiera intentamos ponernos en el
lugar del otro para comprenderle.
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